domingo, 9 de agosto de 2015

Ciudades de papel y otros cuentos

Después de casi 2 meses sin visitar las salas de cine, vi "Paper Towns" una corta película para la cual ya estoy demasiado viejo. Incluso teniendo los 18 de los personajes de la película sería muy viejo para identificarme al 100%. De cualquier manera, es divertido escuchar a Cara Delevinge tener muchos problemas con el inglés americano como en "I need to borrow your cawr" para que no suene el británico "ca' ". En fin, una película para pasar el rato sí lo es. Siguen los cuentos de internado. Tantos electrocardiogramas he hecho que podría tejerme una gran colcha con el anaranjado papel milimétrico. Numerosos pacientes, desde alguien con un furúnculo hasta alguien con todo el ventrículo derecho infartado, pasando por impactaciones fecales, obstrucciones intestinales  y apéndices suficientes para llenar un garrafón de agua. Es cierto que en el internado se integra lo de toda la carrera, pero también es donde uno se enseña a ser médico. Es donde se aprende a tratar al paciente, donde los rasgos de la relación médico paciente, según lo veo, se definen. Está quien se enseña a ser en exceso servicial y correrá por una silla para el familiar del paciente antes de tomar una medida con un paciente con epistaxis. Aquel que hace reír a los pacientes, aquel que los pone incómodos, aquellos que los tratan con desprecio... de todo. Estoy aprendiendo de doctores que encuentro admirables, y de otros que sólo puedo describir como nefastos, aprendo a jamás ser así. De cualquier manera, como me dijo hoy mi cuñado "un 33% de este año estarás en ese hospital" (y otro 17% de camino a él o de vuelta), apenas queda tiempo para vivir y si tomamos en cuenta de que se supone que se duerme un tercio de la vida, menos. No me malentiendan, mis queridos lectores, no me quejo, sólo me he quedado impresionado de que el camino que he escogido es bastante empinado y espinoso.
Afortunadamente no estoy descalzo y tengo mis bastones para escalar, gracias al apoyo de mi familia, mi novia y mis amigos que han resistido el paso de los años. Sigo caminando y aprendiendo, y ya siendo el 9 de agosto, veo que se me está pasando rápido (no por ello sencillo) pero cada vez falta menos, y como dicen, del internado, lo mejor es que se acaba. Me despido, deseando que mis lectores alrededor del mundo gocen de todos los beneficios de la vida.

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