domingo, 30 de agosto de 2015

Las guardias son para aprender: cierto o falso

Preguntando a médicos adscritos sobre su opinión acerca de las guardias durante el internado, se pueden encontrar opiniones muy distintas. Hay quienes dicen que las guardias son lo mejor que nos podría pasar en la vida y dicen que una guardia donde no se aprende algo es una guardia desperdiciada. Otros, en cambio, dicen que no sirven para nada, ni siquiera durante la especialidad. Y yo me pregunto cuál será la verdad. Hay otros que dicen que durante las guardias no se debe de dormir, incluso si no hay pendientes. Otros que al no haber pendientes se duerma. Mi experiencia con guardias no es mucha, puesto que sólo las he hecho en un servicio de urgencias y unas cuantas en cirugía. He aprendido, sí, pero al ver hacia atrás me doy cuenta de que no es el aprendizaje más efectivo. Cuando se cumplen 24 horas de no dormir creo que deja de haber aprendizaje. Después de ese punto (en ocasiones antes) se entra en piloto automático y los adscritos y residentes se convierten en la maestra de Charlie Brown (que sólo emiten ruidos incomprensibles). Quisiera saber de mis compañeros de profesión qué opinan al respecto. También me encuentro enfermo, mi adscrito se negaba a dejarme ir y, me pregunto, ¿cuál es la utilidad de tenerme acostado en la residencia en vez de en mi casa? No lo sé, fue curioso cuando él le mencionó a otro doctor "la luz está apagada porque hay un interno enfermo", fue como esa escena en Jurassic Park "la triceratops enferma". De cualquier manera, sólo quiero aclarar la razón de esta entrada de mi blog: conocer la opinión de mis colegas acerca de las guardias. Me despido con laringotraqueítis, deseándoles todos los beneficios de la vida.

domingo, 23 de agosto de 2015

La primavera de Beethoven

En tiempos de tanta lluvia es bueno tener algo que nos recuerde los días soleados, como hoy durante cierta parte del día. Yo tengo, para recordarme de ello en días nublados (no que me disgusten) la sonata para violín y piano número 5 Op. 24 en Fa Mayor de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Esta sonata es para mí la más bella de las sonatas para violín y piano de Beethoven, puesto que incorpora una ligereza en el violín que acaricia los sentidos. El primer movimiento, tiene una ligereza de escalas que se mueven rápidamente como la brisa primaveral o la cadenciosa caída de agua de un riachuelo. Para mí es cautivador, hermoso y sencillo, desde el primer "la" que da inicio a toda la sonata a el cadencioso rondó del 4° movimiento. Es algo de lo que quería hablar hoy, simplemente compartir a mis lectores esta bellísima obra y regalar un poco de luz de sol a la nublada tarde del 23 de agosto de 2015. Me despido no sin antes desearles a todos mis lectores disfruten de todos los beneficios de la vida.
 
 
 

domingo, 9 de agosto de 2015

Ciudades de papel y otros cuentos

Después de casi 2 meses sin visitar las salas de cine, vi "Paper Towns" una corta película para la cual ya estoy demasiado viejo. Incluso teniendo los 18 de los personajes de la película sería muy viejo para identificarme al 100%. De cualquier manera, es divertido escuchar a Cara Delevinge tener muchos problemas con el inglés americano como en "I need to borrow your cawr" para que no suene el británico "ca' ". En fin, una película para pasar el rato sí lo es. Siguen los cuentos de internado. Tantos electrocardiogramas he hecho que podría tejerme una gran colcha con el anaranjado papel milimétrico. Numerosos pacientes, desde alguien con un furúnculo hasta alguien con todo el ventrículo derecho infartado, pasando por impactaciones fecales, obstrucciones intestinales  y apéndices suficientes para llenar un garrafón de agua. Es cierto que en el internado se integra lo de toda la carrera, pero también es donde uno se enseña a ser médico. Es donde se aprende a tratar al paciente, donde los rasgos de la relación médico paciente, según lo veo, se definen. Está quien se enseña a ser en exceso servicial y correrá por una silla para el familiar del paciente antes de tomar una medida con un paciente con epistaxis. Aquel que hace reír a los pacientes, aquel que los pone incómodos, aquellos que los tratan con desprecio... de todo. Estoy aprendiendo de doctores que encuentro admirables, y de otros que sólo puedo describir como nefastos, aprendo a jamás ser así. De cualquier manera, como me dijo hoy mi cuñado "un 33% de este año estarás en ese hospital" (y otro 17% de camino a él o de vuelta), apenas queda tiempo para vivir y si tomamos en cuenta de que se supone que se duerme un tercio de la vida, menos. No me malentiendan, mis queridos lectores, no me quejo, sólo me he quedado impresionado de que el camino que he escogido es bastante empinado y espinoso.
Afortunadamente no estoy descalzo y tengo mis bastones para escalar, gracias al apoyo de mi familia, mi novia y mis amigos que han resistido el paso de los años. Sigo caminando y aprendiendo, y ya siendo el 9 de agosto, veo que se me está pasando rápido (no por ello sencillo) pero cada vez falta menos, y como dicen, del internado, lo mejor es que se acaba. Me despido, deseando que mis lectores alrededor del mundo gocen de todos los beneficios de la vida.

domingo, 2 de agosto de 2015

Una buena guardia

El domingo pasado no pude escribir mi entrada habitual del blog ya que me encontraba de guardia, una guardia bastante pesada, he de añadir, sin embargo, la que cubrí de ayer a hoy ha sido una de las mejores. Muchos creerían que se trató de una buena guardia por poder dormir de corrido porque hubo pocos pacientes. Fue una guardia con una buena cantidad de pacientes, pero de los cuales, además de aprender mucho, me llevé una muy buena experiencia. La primera experiencia linda fue recibir una tierna felicitación por parte de una señora, familiar de un paciente con un cuadro de laringotraqueítis y disfunción temporomandibular, que lo condicionaron como síntoma agregado a la clínica habitual, un poco de mareo. El segundo caso, del que me llevé una hermosa experiencia fue el de una joven con un ataque de ansiedad. Logré calmarla muy bien, sólo con platicar con ella (además de con la ayuda de una benzodiacepina). El caso es que logré realizar el denominado "Rapport" con esta paciente, al grado que se sintió lo suficientemente segura para irse a casa (con interconsulta a psiquiatría), pero sus familiares me agradecieron con sonrisas tan sinceras como pocas veces las he visto, y la paciente me abrazó y sonrió con una gratitud muy cálida. Fue en ese momento, que el insomnio y comer a las carreras valieron la pena. Ese tipo de momentos en los que nos damos cuenta de que nuestros pacientes depositan en nosotros toda su confianza nos motiva a seguir estudiando y haciendo lo que nos corresponde en el largo camino de la formación médica para siempre dar lo mejor de nosotros. Me despido rápidamente, para cubrir el turno de mañana en algún servicio de urgencias... no sin antes desearle a mis cada vez más lectores, todos los beneficios de la vida, a todos en México y mis lectores extranjeros desde Chile a Rusia.