domingo, 14 de junio de 2015

Se dice del internado...

Me encuentro a tan sólo un día de comenzar mi internado rotatorio de pregrado, una etapa por la que todo médico ha pasado. Una etapa llena de rumores y mitos oscuros, como que a la esclavitud se le cambió el nombre por internado de pregrado. Mil y una cosas se dicen sobre este año, desde que el dormir será el más grande de los privilegios, hasta que las funciones del interno incluirán ir al banco a pagar la colegiatura de los hijos de los médicos de base. Cierto misticismo envuelve a esta etapa, sin embargo, no me preocupo. No es que sea ingenuo, sino que tengo la disposición de trabajar arduamente durante este año y refinar mi práctica médica tanto como me sea posible.
En notas más agradables, viene la recomendación cinematográfica de la semana: Héctor y la búsqueda de la felicidad. Una película que la crítica más estricta rechazó en primera instancia, sin embargo, la disfruté mucho personalmente. En este filme un psiquiatra se encuentra atrapado en una pulcra rutina diaria, hasta que se da cuenta de que no hace nada tangible por la felicidad de sus pacientes, ninguno de ellos parce ser más feliz, sin importar cuántas sesiones tengan. Al darse cuenta de ello, también descubre que él mismo no es feliz, por lo que decide embarcarse en una aventura que lo lleva por varios rincones del mundo, preguntando a la gente que encuentra si son felices y la razón por la cual lo son. Una película que nos ofrece ideas sobre lo que significa ser verdaderamente feliz, con actuaciones interesantes de un elenco de renombre, el cual incluye a Christopher Plummer, que en su edad madura pareciese ser un Morgan Freeman con un poco menos de melanina.
 
También tuve la oportunidad de escuchar a la OFUNAM una penúltima vez antes de que la segunda temporada del año termine, dirigida por el maestro Eduardo Diazmuños (1953), quien dirigió el estreno mundial de su suite "Los inesperados caminos del espíritu" ante una masiva orquesta con una batuta blanca y gruesa, más similar a los palos de un papalote que a una batuta. La orquesta se mostró algo floja, sobre todo la sección de trompetas, al errar en todas las notas que se les encomendó en la parte final del primer movimiento de la obra de Diazmuños, sin embargo, la redención llegó con el Bacanal de Sansón y Dalila de Camille Saint-Saëns (1835-1921) y El Mar de Claude Debussy (1862-1918) además de una impecable interpretación a la trompeta de Rafael Ancheta del concierto para trompeta de Alexander Arutiunian (1920-2012).
Comparto una interpretación de Pierre Boulez de El mar de Debussy, con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, despidiéndome hasta la siguiente semana, como siempre, deseando a mi querido lector disfrute de todos los beneficios de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario