domingo, 1 de marzo de 2015

De franceses, chinos y carreras

 
 
 
 
El viernes tuve la oportunidad de ver la película "La famille Bélier". Es una cinta muy entretenida, de cierta manera tierna y divertida. No la relataré aquí ya que realmente le recomiendo a mis lectores que vayan a verla. Comentaré, sin embargo, que es una historia que gira alrededor de la música y de las dificultades de una discapacidad subvalorada: la sordera. También me gustaría comentar que, para ser cine francés, las escenas de índole sexual se reducen a sólo una, que, pensando en las películas francesas que he visto últimamente (exceptuando Amour) es un mínimo. Una película muy recomendable, de buen gusto (teniendo una mente abierta para la comedia francesa) y con una trama que se mueve fácilmente.
Finalmente les comparto a ustedes, mis queridos lectores, la canción clave en la película, "Je Vole" de Michel Sardou, interpretada por "Louane", a mi juicio una hermosa canción con un enternecedor mensaje y una melodía pegajosa.
 
El sábado, como de costumbre, asistí al concierto de la OFUNAM, que ofreció en esta ocasión música tradicional y contemporánea china. Una experiencia interesante ciertamente, ya que la programación tenía un orden peculiar: primero, una pieza ultramoderna, con instrumentos tradicionales, luego una pieza del siglo III y luego de nuevo 2014. Esto se repitió hasta el final del programa. Actuaciones maravillosas de las invitadas para tocar la Pipa (instrumento similar al laúd, de sonido un poco más estridente), el Sheng (instrumento de aliento con sonido similar al acordeón compuesto de varios tubos de distintas longitudes, cada uno con una caña que se hace vibrar individualmente) y el Gu-Zheng (un instrumento similar al salterio de sonido dulce, tocado con uñas metálicas, capaz de cambiar su afinación con la manipulación de las cuerdas) de las cuales mis favoritas fueron las melodías tradicionales, no por ello carecen de interés "Sonidos del Tíbet" compuesta en 2012 por Wenjin Guo o "A través de los cielos" de Wenchen Qin. Este concierto fue la clausura del Segundo Festival de Música China organizado por la UNAM y la División de Estudios Mexicanos de China, por lo que se trató de una gala para lucir lo más bello e interesante que la música china tiene para ofrecerle al mundo. Me decía un amigo que me acompañó el día de ayer al concierto: "Finalmente puedo decir que algo bueno ha salido de los etnomusicólogos", refiriéndose a los colegas de la Facultad de Música, antes Escuela Nacional de Música de la UNAM que estudian la música folklórica como profesión, pero que, a su juicio, fallan en darla a conocer. Ciertamente han dado una vuelta en la dirección correcta con este concierto que intenta difundir la música folklórica de un país tan culturalmente rico como China. Un defecto tendría que tener, claro, y fue la relativa inaccesibilidad a la música más contemporánea que fue mostrada, ya que ocasionalmente era difícil encontrar el <<arte>> en música tan compleja. Llegué a comentarlo con mi estimado colega: "Guo cita a Stravinsky en algunos pasajes, en otros, hace referencia al sonido que produciría una ardilla al ser víctima de una podadora de pasto". Espero no enfurecer a mi audiencia más vanguardista, pero tengo con qué defenderme ante semejante aseveración: bastará con comparar "Sonido del Tíbet" de Guo con "Los valles de los pinos que murmuran" de Guoping Jia. Ambos músicos se criaron en la misma época por lo que sus influencias musicales, si no las mismas, habrán de ser parecidas, pero Guoping Jia supera musicalmente a Guo en el manejo de la instrumentación y la expresión musical. Ambas son piezas ultramodernas, compuestas en 2012 y 2014 respectivamente, pero es notoria la superioridad de la musicalidad de Guoping Jia. Es sólo una humilde opinión, me encantaría compartir la música que presencié para que mis lectores me comentaran su opinión, pero no hay versiones disponibles en el internet, o por lo menos, no de fácil acceso sin hablar chino. De cualquier forma, comparto un video con música tradicional interpretada al Gu-Zheng.
 
Ya para finalizar, quiero compartir mi experiencia del día de hoy: una carrera de cinco kilómetros por una ruta un tanto escabrosa, por lo que la satisfacción de cruzar la meta tras una vuelta olímpica a un estadio universitario es simplemente vigorizante. Les recomiendo a mis lectores que aún no lo han hecho, que desempolven sus zapatos para correr y le den una vuelta a la manzana para mejorar su salud y llenarse de energía. Me despido esperando no sean víctimas de personas malintencionadas en su redescubrimiento del ejercicio (ya que he sido víctima de un robo desafortunadamente) y les deseo que gocen de los mayores placeres de la vida. 

1 comentario: