domingo, 22 de febrero de 2015

Febriles sinfonías


Esta semana, después de trabajar en el Hospital Pediátrico de Legaria, tuve la misma suerte que uno de mis pacientes, contrayendo una infección respiratoria de las más vulgares: Faringitis. De cualquier forma, siendo de la corriente nihilista de la terapéutica médica, esperé a sentir una declaración de guerra de este virus que revoloteaba por mi sistema antes de ingerir fármacos. Dicha declaración se hizo esperar, para llegar en un momento bastante curioso.
El día de ayer, junto con varios colegas muy estimados, fui a ofrecer servicios de salud gratuitos a la comunidad de "El mirador" en Huixquilucan, Estado de México. El frenético ritmo de estas prácticas médicas hacen que una faringitis pase a segundo plano. No fue sino hasta el final de la jornada de salud, por la tarde, que comencé a sentirme más extraño de lo habitual (mis lectores asiduos sabrán que eso es aún más raro dentro de lo raro). Durante el concierto de la OFUNAM de esa noche, tuve fiebre, lo que modificó la forma en la que experimenté la música. La cabalgata de las Valquirias de Richard Wagner (1813-1883) no podía ser más adecuada para mí en esos momentos en los que mi cuerpo se torcía de formas extrañas ante la fiebre. Las valquirias, guerreras de la mitología nórdica, se encargaban de llevar los cuerpos de los grandes héroes de guerra fallecidos en batalla, para trasladarlos al Valhalla, el palacio de los dioses nórdicos, para que los acompañasen en el Rágnarok, la batalla del fin de los tiempos. Con una fiebre que incluso calentaba mi ropa, sentía a las valquirias cabalgar cerca de mí, discutiendo entre ellas si era lo suficientemente digno para unirme a Odín en el Valhalla.
Después me acogió entre sus brazos la octava sinfonía de Antonín Dvorak (1841-1904) la que para muchos es la mejor de su catálogo, no la más conocida pero sí la que se aproxima más a la perfección musical.  Perdido entre la fiebre y la música tuve una experiencia ensoñadora en cierto sentido, donde me acerco febril sobre mi última sinfonía, plasmando el conocimiento de toda una vida en la partitura que escribo. Cuando a luz del sol se filtra por postigos, la vida se me escapa y mi cuerpo rueda por el suelo, ya sin vida, dejando inconclusa una sinfonía. Muy de arte romántico, he de añadir.
En fin, querido lector, le deseo al despedirme tras esta corta edición de MusArtMed que disfrute de todos los beneficios de la vida.

domingo, 15 de febrero de 2015

Águila o sol, un poco de sinestesia y Rachmaninov



El otro día, si ganaba el volado tendría otra bolsa de papas con limón, sin costo, desafortunadamente escogí sol. No me decepcioné al ver el águila, ya que de cualquier forma, esa moneda era cambio mío a fin de cuentas. Son estas pequeñas cosas que realmente uno ya no espera encontrar en la ciudad, pero siempre es grato ver que aún existe ese folklor por las calles de México.
Por otra parte, andaba en boca de algunas personas un show de luz y sonido conmemorando el aniversario de alguna institución, sin embargo, fui testigo de uno mejor. Nuevamente la OFUNAM me sorprende, al interpretar la no muy conocida "sinfonía" número 5 de Alexander Scriabin (1872-1915).
Sinfonía entre comillas, ya que sin división entre movimientos y modestos 24 minutos, se trata más bien de un poema sinfónico dedicado a Prometeo, aquel que robara de los dioses griegos el fuego. En esta obra, Scriabin quería regalarle al mundo lo que para él era la música. Scriabin asociaba mentalmente los sonidos con colores, por lo que interpretar o escuchar cualquier tipo de música se convierte en una experiencia extraordinaria, al poder visualizar colores ante estímulos sonoros.
A este fenómeno se le denomina sinestesia. Se define como la asimilación conjunta de distintas sensaciones provenientes de sentidos diferentes. Otro ejemplo es el de saborear sonidos o predecir el sabor de algo a través del tacto. Scriabin mismo escribía acerca de estas sensaciones, explicando que cundo se sentaba al piano, cerrando los ojos, ante él se manifestaba una paleta de hermosos colores, algunos incluso que no podía reproducir físicamente. Fue entonces que decidió compartirle al mundo lo que veía con su música. Encargó la fabricación de un teclado que pudiera reflejar luces sobre el escenario y un coro vestido de blanco. Desafortunadamente, su sueño no se cumplió, ya que el día del estreno de la sinfonía el teclado no funcionó, y poco antes de morir sólo se logró reflejar luces lentamente sobre un trapo encima de la orquesta. Decepcionante para Scriabin nunca poder presenciar su sueño hecho realidad, pero hoy, con la tecnología moderna, podemos dotar salas de conciertos con centenares de luces para tener una experiencia sinestésica fantástica.
Dicho y hecho, la OFUNAM interpretó ayer la sinfonía no. 5 de Scriabin con un maravilloso juego de luces logrando implantar en mi memoria para siempre el recuerdo. Lo hizo más dulce aún el hecho de que el programa comenzara con mi concierto para piano favorito: el segundo de Sergei Rachmaninov (1873-1943).
Una de las piezas más apasionantes de la historia pianística, favorita de expertos y no conocedores. El concierto representa el triunfo de Rachmaninov sobre su depresión y alcoholismo y el comienzo de una prolífica era para su composición, dando al mundo un éxito tras otro.
Me despido dejando para su deleite dos excelentes versiones del concierto y también deseando disfruten de todos los beneficios de la vida. Una con Rachmaninov mismo al piano https://www.youtube.com/watch?v=pBx-tr1FDvY  y otra con Sviatoslav Richter, una de mis versiones favoritas por su gran energía y sensibilidad.




 
 
(Por alguna razón, para la versión de Rachmaninov habrán de hacer clic en el enlace directamente, ya que no se puede colocar en mi blog como video. Víctima de la tecnología...)

domingo, 8 de febrero de 2015

Silencio

Ha llegado  la hora de una nueva entrada para este blog. Quisiera hablar de la ausencia de sonido: el silencio. ¿Por qué es importante el silencio? Verán, el día de ayer me encontraba en la Sala Nezahualcóyotl disfrutando el cuarto programa de la temporada 2015 de la OFUNAM por alguna razón nunca me había topado una serie de personas tan groseras en esta recinto. Impresionante fue escuchar que en todas direcciones se encontraba gente hablando como si se encontraran en una cafetería mientras el director está interpretado de manera magistral la cuarta sinfonía de Schumann. Llegó el ruido a tal punto que decidí aproximarme a la persona de la fila de enfrente y tocar su hombro gentilmente para llamar su atención; una vez que este hombre volteó, coloqué mi dedo índice sobre mis labios para que guardara silencio. Su respuesta fue bastante grosera: me miró entornando sus ojos e hizo una mueca de disgusto y continuó hablando. Afortunadamente desistió de esta grosera práctica y fielmente guardó silencio. Ahora, si le preguntara yo a mis amigos más liberales del ramo me dirían que a fin de cuentas los neófitos también pagan boleto, como creo haber ya comentado en este blog anteriormente, sin embargo esto no se trata de aplaudir entre los movimientos, se trata más bien del respeto que se le debe de guardar al intérprete que está frente a nosotros. Piénsenlo fuera del contexto de la música de concierto a nadie le gusta que la gente esté hablando en un cine, en el teatro, incluso en cosas más banales, si alguien está viendo la televisión y alguien habla por teléfono obtendrán un siseo. ¿Por qué es importante el silencio? El silencio es importante porque en determinados contextos representa respeto, por ejemplo al escuchar atentamente un profesor, a casi un centenar de músicos interpretando una sinfonía o simplemente respeto a las personas que asisten con nosotros a ver una película en el cine. El silencio es la ausencia de sonido y ¿qué pasa cuando hay música y alguien más habla? Para mí el silencio propio de la música es interrumpido. Yo quiero preguntarme algo ¿por que el silencio se extraña tanto pero se practica tan poco? Es un hecho que el silencio es importante, dice la filosofía china: "te arrepentirás mil y una veces de haber hablado pero nunca te arrepentirás de haber callado". Esto naturalmente no se trata del contexto de defender a una persona, por ejemplo, ya que cuando estemos ante una injusticia lo más importante es hablar y detenerla; sin embargo en un espectáculo como este no es el momento ni el lugar para platicar y platicar sin fin. Simplemente lo que yo opino es que todo tiene su lugar y su tiempo, pero basta de quejas. Desde que empecé el blog no he escrito ni una sola entrada relacionada con medicina. Mi blog promete música arte y medicina por lo que en la segunda mitad de esta entrada, después de la quejumbrosa introducción, comentaré acerca de cómo es que escuchamos. Tanto hablar del silencio hace pensar en cómo es que nosotros percibimos el sonido o quizás soy sólo yo, ya que si algo me fascina en el mundo de la medicina, es la fisiología de la audición. Es uno de los sentidos más especiales que tenemos, nosotros lo damos por hecho, pero realmente el oír, al igual que ver, es una bendición y es algo digno de admirar. Habrá que recordar para entonces que el sonido es una forma de energía: energía sonora y al igual que otras tipos de energía necesita de un medio para transmitirse. El medio que más comúnmente transmite el sonido es el aire sin embargo es uno de los medios menos eficientes para transmitirlo. Pensemos en una fuente de sonido: imaginemos a un trompetista. Las vibraciones de los labios del trompetista en la boquilla de la trompeta son magnificadas a través de todo el cuerpo del instrumento y finalmente salen por la campana. }es entonces que esa energía sonora viaja desde la a el final de la trompeta hacia nuestros oídos por medio del aire. Nuestras orejas, con una forma tan peculiar, tienen la función de amplificar el sonido que llega y de transmitirlo hacía el conducto auditivo externo. 
Luego, el sonido viaja hacia el tímpano o membrana timpánica, cuando éste choca contra la membrana timpánica esta vibrará con la misma frecuencia del sonido emitido. Las vibraciones harán que a su vez vibren los huesecillos del oído: el martillo el yunque y el estribo. Esas vibraciones que se han transmitido desde la membrana timpánica hacia el final de los huesecillos del oído hará vibrar entonces un líquido llamado endolinfa que se encuentra en el oído interno. Ese líquido contiene sales que, al r recibir la vibración en el líquido van a moverse con la misma forma que se mueve la energía sonora. El producto del movimiento de estas sales dentro del líquido endolinfatico hará que se muevan en determinada dirección unas pequeñas células con forma de pelos llamadas células ciliadas. Estas células tiene diferentes formas y tamaños y sólo van a ser movidas cuando se estimulan por una frecuencia específica. Existen células para frecuencias agudas y frecuencias graves. Una vez que las células específicas para el sonido que acabamos de transmitir a través de toda esta vía se muevan, van a producir un impulso nervioso, es decir, energía eléctrica que va salir hacia las neuronas del octavo nervio craneal llamado coclear.  A partir de ahí, el impulso eléctrico viajará al cerebro para ser interpretado como un sonido. Después de esta larga explicación de cómo es que nosotros escuchamos, podemos entender entonces lo fantástico que es el sonido y por ende lo valioso que es el silencio. Me despido esperando no dejar a mis lectores confundidos ante el primer dejo de ciencia en un blog meramente artístico, pero a fin de cuentas estoy dando lo que prometo. Me despido no sin antes desearle a mis queridos lectores que disfrutan de todos los beneficios de la vida.

domingo, 1 de febrero de 2015

Fin de semana de arte


Aprovechando el fin de semana largo, me regalé un fin de semana de arte. El viernes visité el Zinco Jazz Club. El pequeño sótano de la calle de Motolinía resonó con la voz de Louise Phelan,
la cantante irlandesa, acompañada por el virtuoso pianista Alex Mercado. Con una hamburguesa de arrachera y un Martini Rossetto, disfruté la noche con los amigos junto con una experiencia jazzística formidable. Tal y como era anunciado, desde el más conocedor del jazz al que por primera vez explora el género, disfrutarán de la suave voz y excelente actitud escénica de Louise Phelan.

 
El sábado, la OFUNAM bajo la dirección de Jan Latham-Koenig y con VictorSych como solista a la Marimba, ofrecieron una actuación fenomenal. La perfecta acústica de la
sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario de la UNAM, hace de los conciertos una experiencia vigorizante. El programa, muy bien escogido comenzaba con el Preludio la siesta de un fauno de Claude Debussy. Esta pieza es considerada la primer pieza impresionista de la historia. Escrita en 1894, con armonías desafiantes y escalas novedosas, fue el nacimiento del movimiento impresionista francés.
El programa continuó con el bello concierto para Marimba de Carlos Salomón, cuya música evocaba las raíces mesoamericanas de la música mexicana. El programa concluyó con la quinta sinfonía de Beethoven, quizás la más conocida de sus obras. Por la misma razón he de decir que muchas personas poco conocedoras de la etiqueta de las salas de conciertos asistieron a presenciar tan famosa obra. Ahora bien, en cuatro ocasiones, la fluidez de los movimientos del concierto para Marimba y la sinfonía se vio interrumpida por aplausos fuera de lugar. Lo comenté con un amigo, terminando en una filosófica discusión de la razón por la cual la etiqueta de la música "académica" (nombre que no me gusta tanto, pero lo prefiero al de "música clásica") no permite que se aplauda entre movimientos. La conclusión, no fue respecto a por qué se aplaude o no, sino que a fin de cuentas, conocedor o no conocedor, pagan boleto y ayudan a mantener a la orquesta. Lo decía Juan Arturo Brenan, este tipo de obras llenan las salas y las arcas de la sociedad filarmónica.

Finalmente, el día de hoy disfruté de la película "La teoría del todo", una cinta biográfica sobre el celebérrimo Stephen Hawking. Una fenomenal actuación nos regala Eddie Redmayne, no sólo con un increíble parecido físico a Hawking, sino con la personificación de la lucha de un hombre contra la esclerosis lateral amiotrófica.
Desde el punto de vista de la vida de familia de Stephen Hawking, se nos relata cómo él y su familia luchan por seguir adelante a pesar de su enfermedad. Se nos muestra de manera inspiradora la belleza de querer vivir ante todo, aunque existan barreras aparentemente infranqueables. Considero esta película una película de muy buen gusto, música excelente y actuaciones dignas del Óscar. Plausible también la fotografía, excelente manejo de la iluminación y de acercamientos finos que nos transmiten sentimientos fuertes durante toda la cinta. Altamente recomendable.

Me despido por cuarto domingo consecutivo y, mi querido lector, le deseo disfrute de todos los beneficios de la vida.