domingo, 29 de enero de 2017

La La Land

Sí. Ya la vi. 


Me encantó. Sucumbí ante lo que prometía la película con sus cortos y su publicidad y quedé fascinado. Desmenuzando la película en música, argumento, fotografía y actuaciones, aún se obtiene el gran total de puntuación máxima, por lo menos para mí. Desde que vi El artista (2011) no había escuchado una banda sonora que invitara tanto a su público, no sólo a una atenta escucha por una orquestación digna del Óscar, sino también a bailar o mínimo mover los pies. Los números de baile que incorporan música inspirada en el cine estadounidense de la década de los 30's y 40's pintan con su música un ambiente espléndido, acentuado por un uso del color de excelente gusto y tomas con excelentes proporciones. En contraste, los números de jazz tradicional tienen el efecto sensible del jazz, patético incluso, aquel que transmite los sentimientos del artista y nos invita a padecer con él, su dolor, su alegría o simplemente su vida. Retomando lo que mencioné de la fotografía, quedé encantado con el uso del color y la luz para jugar con la música, ninguno de los dos elementos se estorban entre sí, es como la pareja de los protagonistas bailando en la luz del atardecer con un ritmo ejemplar. Las actuaciones me sorprendieron, naturales y muy acertadas para cada momento de la película. El final de la película incorpora una escena hecha en una sola toma que hace referencia a numerosas películas clásicas y llena al escucha de sentimientos que entran en conflicto con la escena anterior, y se desenvuelve de una forma magistral, para dar final a la película. Un final que no a todos les gustará, pero un final que, a mi parecer, no puede ser de otra manera. Compré la banda sonora, como era de esperarse, y la escucho mientras escribo el blog, recordando una película "mágica" en el sentido de que "encanta", no sólo porque es muy agradable, sino porque realmente sucumbe, quien la ve con buenos ojos, a su hermosa música, exquisito color, que trabaja de la mano con un vistoso vestuario, e intensos sentimientos. 



Mis queridos lectores, les comparto la banda sonora de la película, pero los invito a comprarla, ya sea de forma digital o física, para continuar promoviendo proyectos como este.


domingo, 15 de enero de 2017

La Tempestad

En este 2017 he propuesto entregar una entrada cada quincena y al avecinarse el final de los primeros 15 días de este nuevo año, aquí está La Tempestad de Pyotr Ilych Tchaikovsky.
El día de ayer asistí a la Gala inaugural de la temporada 2017 de la OFUNAM, que por primera vez, desde 2015, cuenta con un director artístico definitivo: el violinista italiano Massimo Quarta. Por condiciones un tanto azarosas mi lugar habitual fue sustituido por un extraño lugar por encima de la sección de metales y los contrabajos. El programa fue conformado por la Obertura 1812, la Obertura Fantasía de Romeo y Julieta y la Quinta sinfonía en mí menor Op. 64. El programa constituido únicamente por material del gigante ruso no es habitual en las galas inaugurales, sin embargo fue un programa especial y con la fuerza que distingue a Quarta se convirtió en una experiencia espléndida. Curioso que es el 140 aniversario de bodas de Tchaikovsky con Antonina Miliukova, una mujer con una inestabilidad emocional intensa que le impidió descubrir la homosexualidad de su esposo, con quien sólo vivió unos meses. Miliukova pensó siempre que Tchaikovsky estaba demasiado enamorado de su música y que tener que decidir entre ella y su talento musical era la génesis de la gran ansiedad y tormento de Tchaikovsky. Vivió 24 años más que su esposo, sin embargo los vivió en un manicomio, fruto de su inestabilidad emocional y paranoia sobre una inexistente conspiración en su contra por parte de la familia Tchaikovsky. 
Sin embargo la fuente de inspiración para este blog no es la tempestad del terrible matrimonio del pobre Pyotr Ilych, sino su poema sinfónico "La tempestad" basado en la obra homónima de William Shakespeare. Es curioso cómo fue que llegué a escuchar una de las obras menos conocidas del compositor ruso. En las notas al programa del concierto de ayer se mencionó en dos ocasiones el poema sinfónico de Tchaikovsky "Fatum" en el que se rescatan ciertos elementos para incorporarlos a la obertura fantasía de Romeo y Julieta y a la quinta sinfonía. Buscando una versión de este poema sinfónico que jamás había escuchado, encontré otra obra desconocida: La tempestad. En este poema sinfónico de 24 minutos se incorporan numerosos temas, incluyendo la quietud del mar previo a la tempestad, el amor de Ferdinando por Miranda y la grotesca naturaleza del deforme hijo de una bruja marina, Caliban. En este poema sinfónico se pueden encontrar reminiscencias al misticismo de Fray Lorenzo y al tema de amor de la obertura fantasía de Romeo y Julieta. Comparto la obra para que se deleiten con ella al comienzo del año y se motiven, mis queridos lectores, a leer la obra de Shakespeare.