martes, 18 de octubre de 2016

Esta vez sí regresó para quedarse

Mi última entrada anunciaba el regreso  la regularidad de este blog, sin embargo, por razones extrañas desde el 18 de abril de este año no he podido publicar. Dichas razones extrañas incluyen un cambio drástico: dejar de trabajar jornadas de 30 horas (más de 80 a la semana)a tener una jornada de trabajo de 36 horas a la semana con una maestría durante las tardes. Y no, la maestría no es un truco de la nueva era para disimular mi desempleo, además de ser una opción para acelerar mis opciones profesionales representa genuino interés en el área de estudio: nutrición clínica. 
Este médico que consideró la pediatría una ciencia ocultista, llena de números y llanto incoercible se encuentra ahora, durante un año, tratando una cartera de pacientes conformada exclusivamente por niños de 2 a 17 años. Un extraño deseo de convertirse en pediatra asomó por el horizonte, pero recordando que el pediatra trata tanto al niño como a los padres, ese deseo se disolvió casi tan rápido como vino. También esta nueva era marca el comienzo incipiente (y en cierto sentido insípido) de una vida docente en dos ramas distintas del conocimiento: la química (esta es la insípida) y la música. Dar clases de música me ofrece una satisfacción formidable, no sólo por el tema (que es mi favorito), también por el ambiente en el que las imparto: a un grupo de exquisitos amigos, todos amantes de la cultura. Más de una vez se ha convertido la noche en Bohéme y las 2 de la mañana anuncian su llegada sin que nos hubiéramos dado cuenta. La otra cara de la moneda son clases de química a adolescentes de 16 años... No mucho para decir al respecto...   

En otras notas, la OFUNAM decidió ofrecer un ciclo con las 9 sinfonías de Beethoven, el sábado 4 ofrecieron las dos primeras acompañadas del concierto para clarinete número 1 de Carl Maria von Weber. El director Jorge Mester y el clarineista Manuel Hernández ofrecieron una espléndida interpretación de estas piezas. En Beethoven, Mester dirigió célebremente las sinfonías tempranas de Beethoven que asemejan a un Mozart maduro. La forma aún es dominante en todos los movimientos, sin embargo ya podemos ver la incorporación del Scherzo que sustituye al tradicional minueto. 

Aquí las 2 sinfonías en cuestión, para escucharse con detenimiento. Una amistad me comentó el otro día algo que me gustaría repetir: la música es el alimento del alma. Alguien más religioso me dirá que la fe alimenta el alma, efectivamente, pero la música la nutre y ofrece a su escucha respuestas que a veces la fe no puede. Beethoven decía que la música era el lenguaje de Dios. En nuestro encuentro con el creador, sea Dios, Brahma, Gea o Quetzalcóatl, cuando lleguemos a donde se encuentre la deidad en cuestión, no serán palabras sino música la que escuchemos. 
Van 6 meses sin que el mundo sepa de un servidor y esta vez el blog regresa para quedarse.


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